XII

Hela mujer que te yergues
principesca tu mano es espada frontal a claverse en mis nalgas mientras me besas inadjetivadamente. Tu lengua recorre la boca de este niño huérfano y sobre mi pantalón me acarias el relleno de tu cuerpo de chocolate. Presiono tus redondeces pegados en una pared, ocultando las erecciones de los observadores.
Contexto, espacio, tiempo, instante en que calzamos de manera precisa, cariño, tus dedos fálicos sujetan los vértices de mi rostro para que mi cuerpo no escape a tus besos quinceañeros, treintañeros.
Resbalo por tu depresión intermedia, recorro montañas para lograr tu planicie litoral y que tus humedades marítimas me ahoguen el pulso, me trague la asfixia placentera del saberte manantial de jadeos. Eres mi caricia, eres mi caricia, eres la caricia absoluta que respiro.