Compongo serenata para mina inexistente
el instante se rodea de soledad cuando dices querer amarme y no te quedas, querer tomarme y no me tomas, querer hacerme el amor y no aparezcas.
Me traslado a la peripecia absurda en que mujer, queriendo hacerlo no lo haces.
Me trasladas a una realidad absurda y yo preferiría, ni más ni menos , no ser tomado en cuenta, a que toda aquella que me mire y lo quiera no me tome.
Te compongo mujer una y mujer tantas, una serenata de flores deshojadas
puedes lanzarla al suelo y pisotearlas, puedes presionarlas en tus manos hasta el desangre,
te compongo la serenata oblícua, fálico instrumento sin criterio a tus piernas borrosas.
Deshojando plantas marchitas me miras sin sentido alguno y yo drogado en mis sentidos te imprimo la partitura a pluma fuente.
Soy la piedra en tu mano, lánzame al vidrio más grande que aparezca en tu camino, introduce mi cuerpo de papel maché en un mundo en que nadie más partícipe, oblígame a la realidad del piedrazo en la cabeza, el golpe de conciencia del que somos capaces en los días de lluvia, el sol audaz de entre las nubes eleva la bruma y me congela en esto días de invierno.
Y que no aparezcas.
Si acaso la certeza de que quieres besarme, si acaso la certeza mujer del carajo de que quieres besarme, pero que no llegas ni presionas con tus manos casi transparentes mi sexo infantil, ni la mitad de tu ojo permites radicar en mi memoria mal trabajada. ¡Cuál absurdismos, quieras besarme y no lo hagas!
Cuál absurdismo que la carcajada me resbala de la cara, soy la deformidad armónica de que careces, mujer.
No eres siquiera la uña de mi escultura de letras, quizás la mano singular que me da la cachetada irracional un día 35 de cada mes, cuando los faroles no encienden y solo existen relojes de arena en las avenidas.
Eres la caricatura incompleta, el croquis fundamental de las teorías.
Mi escultura de letras, eso eres mujer. Una y tantas, tantas...
Te toco una serenata
el día perfecto, al instante preciso, en el lugar exacto en que puedo cantártela.
Te la canto con mariachi, inmerecidamente te la canto por ser tan perfecta amor.
Porque solo tú me das tanta mierda al corazón, tanta huevada rancia, solo tú me das tanta cosa rancia.
Porque te amo en tu inexistencia, en tu ser insípida y aparecer de pronto, porque me hago el huevón amable solo para encantarte. Con la pasión que me permite el cosmos, te canto una serenata mina inexistente.